nuevo comportamiento (Hech. 26:20), como lo explicó la predicación de Juan. Ya que el arrepentimiento se dirige hacia Dios y afirma principios recién recibidos, es inseparable de la fe,* único medio por el cual viene el conocimiento de Dios. Querer separar el arrepentimiento y la fe como si el primero fuera de alguna manera una condición para recibir la segunda, constituye una seria tergiversación de la Escritura. Esto queda claro por el hecho de que a veces la predicación de los apóstoles llamaba
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